La lógica aparente no siempre se traduce en validez legal. Un argumento falaz, definido en el ámbito jurídico como aquel que
exhibe una fachada de coherencia pero adolece de una estructura intrínsecamente
inválida, emerge como una potencial amenaza para la justicia y la equidad. Este
tipo de razonamiento, aunque pueda sonar convincente en la superficie, acarrear la nulidad de actos que contravienen las disposiciones expresas de la
ley.
Un ejemplo esclarecedor de esta problemática se
presenta en la errónea concepción de que una cesionaria acumula el 100% de la
propiedad de un bien al recibir el 50%. Esta lógica simplista ignora una
prohibición fundamental establecida en el Artículo 1.469 del Código Civil
venezolano, que impide la cesión de bienes entre concubinos. En este escenario,
la aparente lógica de la acumulación se estrella contra la contundencia de la
ley.
Nulidad Ineludible: La Ley como Escudo
El Artículo 1.300 del Código Civil venezolano es
categórico al respecto: cualquier acto que transgreda la ley es nulo y carece
de valor legal. Por lo tanto, la seductora apariencia de un argumento falaz se
desvanece al confrontarse con la norma jurídica. La consecuencia directa es la
inexistencia legal del acto subyacente, desmantelando cualquier efecto jurídico
que pudiera pretenderse.
Responsabilidad Profesional en la Mira
La defensa de argumentos falaces no solo pone en
riesgo la validez de los actos jurídicos, sino que también cuestiona la
integridad de los profesionales del derecho. El Código de Ética del Abogado exige una conducta intachable, basada en la honorabilidad y la
honestidad. Defender conscientemente un argumento que se sabe falaz podría
interpretarse como una estrategia para inducir al error no solo a las partes involucradas, sino a toda la sociedad en busca de justicia. Y esta práctica no solo podría acarrear sanciones
disciplinarias por parte de los colegios de abogados, sino que también erosiona
la credibilidad de toda la profesión y de las instituciones judiciales en su
conjunto. La confianza pública se ve seriamente comprometida cuando se recurre
a tácticas argumentativas cuestionables.
El Impacto en las Víctimas Vulnerables
La situación se torna aún más alarmante cuando la
parte afectada por un argumento falaz pertenece a sectores vulnerables de la
población. Si la víctima se encuentra en una posición de desventaja económica,
social o jurídica, la defensa de un argumento falaz adquiere una dimensión
ética y social profundamente reprochable. En estos casos, la asimetría de poder
puede hacer que la parte vulnerable sea más susceptible a ser engañada o
coaccionada por un razonamiento aparentemente lógico pero legalmente
insostenible. La protección de estos grupos es un principio fundamental en el
ordenamiento jurídico, y la utilización de argumentos falaces en su
contra podría considerarse una grave injusticia.
Definitivamente, Un Riesgo
Los argumentos falaces representan
un peligro latente para cualquier sistema judicial. Su apariencia engañosa
puede conducir a la nulidad de actos legales y dañar la credibilidad de la profesión
de la abogacía. Es crucial que los operadores de justicia y la sociedad en
general estén vigilantes ante estas tácticas, especialmente cuando las víctimas
pertenecen a sectores vulnerables, para asegurar que la justicia prevalezca
sobre la manipulación y la verdad legal se imponga a la lógica distorsionada.