¿Inflación Por Autogol?
Hijo de Carlos Andrés muere en 2020. De
44 años. Ya era maduro. Se llamaba Autodúmping. Desde la entrada en vigencia de
la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera en 1976 a 2020 Venezuela
resistirá 44 abriles ininterrumpidos de inflación. Los últimos años con
crecimiento exponencial, generando las consecuentes hambruna y mortandad
absurdas, distintivas a la vez que determinantes, de su ocaso. Y siempre por su
primera causa: autodúmping. Se ha mitificado un terror político sobre el
impacto que un aumento del precio del combustible generaría en el proceso
inflacionario. Sin embargo lo que se ha generado es más inflación de manera
paradójica debido al suministro irracional de liquidez que genera el diferencial
derrochado en el precio de la gasolina. Ya en marzo de 1995, el periodista de
Venpres, Jorge Medina Lugo, había publicado:
“Caracas.
Aplicación del Autodúmping está generando inflación en Venezuela porque existen
empresas que fijan precios menores dentro del territorio nacional que los que
rigen en el mercado externo. La observación de este fenómeno económico ha sido
estudiada con mucho detenimiento por el economista Oscar Silva Osorio,
catedrático de la Universidad Santa María en Macroeconomía y Comercio
Internacional, quien propone el autodúmping como un nuevo concepto para el
análisis del comercio internacional. El autodúmping consiste -dijo- en una
disminución de precios en el mercado local del monopolista, en virtud de que
los precios externos son establecidos por la fuerza del mercado y no pueden ser
monopolizados por el productor. La importancia de este aporte radica en que
permite analizar simultáneamente – a través de un solo concepto – la
macroeconomía y el comercio internacional, a corto y largo plazo en su ámbito
de acción. En el caso de Venezuela el autodúmping está afectando la economía
porque una parte del precio interno que iría como tributo no regresivo al fisco
nacional, se está dejando de percibir, el cual podría utilizarse en gastos de
educación, salud y seguridad social. El economista venezolano puso como
ejemplo, el caso de los bienes y servicios energéticos, en los cuales se
observa (gasolina, electricidad) la discriminación antes referida, es decir, a
través de políticas sociales se fija un precio artificialmente bajo internamente
por cuanto se persigue neutralizar el impacto que un aumento del precio del
combustible generaría en el proceso inflacionario. Sin embargo lo que se logró
finalmente es más inflación de manera paradójica debido al comportamiento
social que tiene el precio de la gasolina. Además al restringirse la oferta
mundial de los productos mal vendidos en Venezuela, aparte de deteriorar los
ingresos en divisas, se incrementan los precios relativos de esos productos en
el exterior, lo que hace que la demanda internacional sustituya a nuestros
productos, bien sea por los de la competencia o por los sustitutivos, por
ejemplo carbón o energía solar por gasolina. Esta situación podría generar que
la industria desaparezca a largo plazo de los bienes sometidos a autodúmping, expresa
Silva Osorio.”
En este libro
publicado originalmente en 2008, pero hoy más vigente que nunca, el autor nos
lleva de la mano en un análisis indispensable para los estudiosos de la
economía internacional y su efecto en la economía interna a través de las
prácticas desleales del comercio a nivel mundial. Una obra muy didáctica
escrita especialmente para quienes se preocupan por las causas del fenómeno
inflacionario desde sus raíces, sobre todo aquellos que pueden influir en la
toma de decisiones al más alto nivel político.
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